sábado, 8 de marzo de 2008

Mi pequeña incursión a los Reinos Olvidados

Una historia reciente de como me colé por un agraciado accidente en los Reinos Olvidados. También se cuela conmigo Aurissë para compartir aventuras conmigo.

Capítulo I

Un horrible día para todo el mundo menos para Nimloth se levantó en su pueblo. Tras las ventanas de su habitación, Nimloth miraba el movimiento de los árboles cercanos al río, sin comprender como para casi todo el mundo aquel era un mal día solo porque había nubes.A Nimloth, siempre le habían gustado los días así, pues indicaban que no habría sequía aunque fuese por un limitado espacio de tiempo.

Una vez, Thindraug, el padre de Nimloth le contó que para los flexibles árboles del río Manzanares, el viento y la lluvía que para la mayoría de la gente es extremadamente molesto, para ellos es como cuando una madre mece en la cuna a su bebé. Sin darse cuenta, ya había anochecido y aún seguía con los deberes sin hacer.
Un repentino grito de su madre Heledir como llamada para la cena hizo que Nimloth y su hermana Tynewen dieran un respingo de sus sillas.

- ¡Ya voy!- gritaron ambas hermanas al unísono.

Nimloth de un salto salió del escritorio para pasar como una exhalación por el pequeño pasillo que llevaba hasta el comedor. Allí ya estaban su padre en la silla de siempre y su madre sirviendo lo que parecía sopa. Nimloth se sentó donde siempre y tras cenar tranquilamente volvió a su habitación llena de posters y recortes de revistas, en su mayoría de caballos y elfos. Decepcionada, comprobó que su madre ya había cerrado las cotraventanas y furiosa pegó una patada a su pequeña silla.
Heledir alarmada entró en la habitación para ver que había sucedido.

- ¿Por qué has cerrado las contraventanas?- dijo furiosa intentando reprimir el dolor del golpe contra la silla. Heledir como si no creyera lo que oía respondió con cara de hablar con una loca.

- Porque es tarde y no me fio. Vete a dormir que mañana madrugas.- fueron las simples palabras de Heledir.Thindraug por su parte, pasó a dar las buenas noches y se fue a dormir pronto.

Cuando Nimloth ya dormía, un grito de su hermana la despertó.

- Nim, ¿mañana me despiertas para jugar a la Play Station?- preguntó medio dormida desde su cuarto.

- Emm...si, mañana te despierto.- dijo Nimloth mientras se daba la vuelta en la cama para mirar de cerca en las semitinieblas de la habitación la multitud de caballos que galopaban en las fotos y la cantidad de elfos que la miraban desde sus lienzos.

A Nimloth siempre le gustó mirar desde su cama todos los posters, pero cuanto más los miraba, más vacía se sentía. En su mundo, los bosque poco a poco desaparecían y la gente parecía una autómata para todo.
Además de esto, estaba también su ferbiente deseo de montar a caballo. Varias veces pensó que no había nacido en la época correcta y que debía de llevar en la sangre su amor hacia los caballos y las aventuras en general. Debía ser que sus antepasados fueron grandes caballeros templarios o valientes jinetes de los ejercitos de Hispania en la época de los romanos.
No, definitivamente, esa no era su época.
Además podría decirse que llevaba toda la vida esperando un milagro que la salvara de su funesto destino. Mucha gente la llamaría loca al saber que preferiría morir en una batalla que llena de aparatos en hospital, intentando inutilmente alargar la edad de su vida cuando la vejez alcanza a todo el mundo.

Tras estas divagaciones se perdió en un intenso sueño en el que caminaba con Drizzt Do´Urden, Legolas y Aurissë (su mejor amiga) por un hermoso bosque lleno de caballos corriendo a su alrededor.
A la mañana siguiente, un empujón de su madre la hizo despertarse vagamente. La pareció que llevaba toda la noche caminando por el bosque y eso que estaba enfadada el día anterior, apareció en la parada del autobús con una sonrisa de oreja a oreja al encontrase con sus dos compañeras Aurissë y Craban.
Nimloth apreciaba mucho a Aurissë pero en cambio Craban la había decepcionado mucho al prometerle montar a caballo el fin de semana y haber fallado a su promesa por quinta vez. Era una chica a veces buena y a veces insensible y falsa. Aún así, Nimloth solo pensó en que el día en el instituto sería mejor aunque solo fuera por Aurissë.
En cuanto llegaron los autobuses subieron a buscar sitio. Cuando ya todo el mundo subió, el autobús, comenzó a moverse. A Nimloth extrañamente le molestaba ese día el sonido del motor del autobús, como si nunca lo hubiera escuchado antes y parecía que a Aurissë también, aunque no se lo dijeron.
De pronto, una terrible sacudida hizo que Nimloth y Aurissë fueran a dar contra el cristal mas cercano del autobús. Los chavales que había en el bus comenzaron a gritar, pero pronto pararon al ver que solo fue una curba cerrada.
Incredulas, Aurissë y Nimloth miraron por la ventana para comprobar que al autobús conducía por un bosque. El autobús, paró al lado de un río. Todos los que había dentro del autobús se combirtieron en verdaderos auómatas sacudiendo y empujando a Nimloth y Aurissë, incluso Craban las empujaba a salir.
Todos gritaban enloquecidos.

- ¡Desagradecidos, infieles!

- Aurissë, vamonos que se estan volviendo un poco locos y esto empieza a ser un poco raro.- dijo Nimloth a su amiga, sin embargo no con expresión de fastidio si no de triunfo.

Aurissë casi se desmaya al recibir un fuerte golpe en la cabeza por un mochilazo de un chico. Aún así, ambas consiguien salir del alocado autobús hasta la fresca hierba.De un golpe que no supieron saber, ambas quedaron inconscientes tumbadas sobre la hierba.

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