sábado, 8 de marzo de 2008

Mi pequeña incursión a los Reinos Olvidados- Capítulo IV

Capítulo cuarto de "Mi pequeña incursión a los Reinos Olvidados".

Capítulo IV

Nimloth contemplaba con atención el cielo salpicado de estrellas. En su mundo, al menos en su pueblo, sería imposible verlas con tanta claridad como se veían allí. Seguramente, hacía ya varios siglos que los humanos de la Tierra no veían en todo su esplendor las estrellas. Desde Luna Plateada, a pesar de los faroles de la calle, mirar al cielo casi sorprendía a Nimloth, porque aparte de con la fuerza que brillaban las estrellas allí, era palpable su toque de magia, pues Nimloth juró ver más de una vez como la luz de una estrella se tornaba azulada de un momento a otro.

Nimloth ya llevaba las espléndidas ropas de montaraz que la dama Alustriel le había proporcionado, pero pensó que si quería salir de aventuras, necesitaría un arma más potente que su cuchillo.Sacudió la cabeza para intentar pensar solo en aquel precioso momento que no hubiera sido posible en su tierra.

Sentada en el tejado de la torre en la que se encontraba sentía un extraño viento cálido a pesar de que según la habían informado era el comienzo del invierno. También era cierto que en su tierra, en la falda de una montaña había vientos fríos y estaba acostumbrada.

Aurissë escaló hasta donde reposaba Nimloth con gran agilidad. Aún no estaban acostumbradas a sus nuevas habilidades como elfas y continuamente se sorprendían por lo que eran capaces de hacer.

- ¡Nim!, ¿no vas a cenar?- dijo Aurissë acercándose lentamente.- La dama Alustriel nos tiene preparada una buena cena.

Nimloth tardó un rato en reaccionar pero al final miró a su amiga y a Aurissë le pareció ver que en medio de sus ojos almendrados pasaba un fugaz brillo. Un brillo parecido al de una extraña estreña que alcanzó a vislumbrar.Sin embargo no respondió, se limitó a seguir mirando las estrellas ensimismada. Luego de un rato sin comprender lo que pasaba, Nimloth habló a su amiga para explicarle.

- No tengo hambre; pero tu ve a comer, que llevas todo el día sin comer.- como respuesta el estomago de Aurissë pareció tener un tigre dentro. Ambas rieron ante su propio expectáculo.- Vamos ve.

Luego bajo yo.Aurissë asintió y volvió a la habitación por la ventana. Decidió no preocuparse por el extraño comprotamiento de Nimloth; aún así, le pareció que debía preguntar a Alustriel. Tal vez ella supiera algo.

Bajando las escaleras de caracol llegó hasta un el largo pasillo lateral por el que llegaron. De repente se dio cuentade que no tenía ni idea de llegar hasta el patio donde había quedado.
Para su alivio, un guardia ya conocido, se acercó a ella. Tenía los ojos de un color verde cálido y ahora sin casco se veía bien las ondulaciones de su rizado cabello negro. Su jovial rostro mostraba que debía de ser joven pero por el respeto que le mostraban, también muy experto. Cuando Aurissë llegó hasta donde este estaba, hizo una reberencia.

- Hola Broom, ¿me esperabas?.- luego Aurissë recordó que no podía enterderla e hizo un movimiento rápido con la mano como para que no le diese importancia a su comentario. Cuando Aurissë quizo comenzar a andar para buscar el salón donde se reuniría con la dama Alustriel, Broom la detuvo agarrándola con la mano.

- Hola Aurissë Falfyawë. No te vayas aún porque si que te esperaba. ¿Nimloth Cúthalion no viene?- preguntó a la joven elfa. Esta estupefacta negó con la cabeza.- Gracias a un conjuro de la Dama, me puedo comunicar con vosotras, vayamos, nos está esperando.

Aurissë sin preguntar nada más fue detrás de él.
La condujo por varios largos pasillos con puertas a ambos lados y llegaron a un patio donde al centro se encontraba una mesa llena de todo tipo de manjares. Aurissë sintió otra vez un terrible rugido en la tripa y lo disimuló tosiendo con fuerza. Aún así Broom lo oyó y se echó a reir disimuladamente.
Por una puerta en el otro extremo del patio interior en el que se encontraban, entró Alustriel, que con los cabellos plateados a la luz de las estrellas la daba un toque mistico añadido. Como hizo Alustriel, Aurissë se sentó en la mesa.

- Come, se que estás hambrienta.- dijo mirando de reojo a Broom que disimuló una sonrisa. Aurissë cogió un buen trozo de pollo y comenzó a comer tranquilamente pero con una manada de leones rugiendo aun en su estomago ante la presencia de tanta comida.
Tras comer y quedarse complacida vio que Alustriel no probó nada. Avergonzada se sonrojó.

- No te preocupes, yo ya cené.- a Aurissë le retornó la sonrisa.

- Dama Alustriel, quería preguntarle una cosa sobre Nimloth. Cuando subí hasta el tejado para avisarle para la cena tenía un extraño brillo en los ojos. No me parecía especialmente extraño ni amenazador, pero me inquietó.Alustriel sonrió mirando las estrellas que adornaban el cielo esa noche, pues desde ese patio interior se veían perfectamente.

- No debe inquietarte.- dijo con voz pausada Alustriel.- Es la primera vez que veis las estrellas de nuestro mundo. Tú aún no lo has notado, pero pronto lo natarás, cuando llegue el momento, sabrás que el brillo de las estrellas limpias te ha llegado de verdad a los ojos.- Aurissë miró al cielo viendo las estrellas hermosas, pero nada más allá de eso.- Ahora te quiero hablar sobre el futuro. Desearía poder saber si os quedaréis en Luna Plateada o pensais viajar por los Reinos.

Aurissë pensó unos instantes. La verdad es que Luna Plateada le parecía muy buen lugar, pero se aseguró a si misma que compartiría el pensamiento de que lo mejor sería marcharse y volver al cavo de un tiempo para intentar regresar a su hogar.La elfa se lo explicó con elocuencia a Alustriel quien aceptó su decisión.

- Ve a contarle a tu amiga lo que hareis. Si os vais a ir avisadme y os entregaré armas más potentes que esos cuchillos.- Alustriel miró a la elfa con determinación.- Os dejo partir a pesar de vuestra pronta edad porque algo me dice que sois más fuertes de lo que vuestra edad aparenta.- concluyó riendo.

Aurissë fue como un rayo a la habitación en la cima de la torre donde Nimloth sostenía un colgante con forma de media luna y medio sol entre las manos.

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