jueves, 24 de julio de 2008

Viajes entre mundos (IV)

Jejejej menuda racha llevo...

Capítulo IV. Desde otro punto de vista...

Nimloth agitaba los troncos de la hoguera con una rama. Estaba perdida en sus pensamientos, pero sabía que debía estar alerta. Se tranquilizó un poco al ver a los caballos paciendo tranquiamente.

La elfa de nuevo se puso en guardia cuando percibió el movimiento repentino de Entreri a un lado. El asesino se incorporó apoyando los brazos, seguido de una mueca de dolor. Como Nimloth no sabía muy bien que haría ahora Entreri, se apartó a una distancia prudencial. Sin embargo Entreri no mostró mucho interés en la elfa al principio, más bien oteó los alrededores nocturnos, pero al fondo se veían ya los primeros despuntes del alba.

Sorprendentemente, Entreri se levantó sin problema pero con evidentes dolores. Alcanzó su camisa rasgada y llena de sangre. Con un suspiro la lanzó a la hoguera y se colocó una camisa fina blanca debajo de la capa.

Ya vestido, al menos todo lo que pudo, el asesino miró a Nimloth.

- Sube al caballo, salimos hacia las Fosas.- ordenó. Nimloth no sabía que gesto debía llebar en ese momento, pero desde luego superaba el desespero. Entreri enarcó una ceja- ¿No pensarías que cambiaría de opinión? Odio este mundo, y si con tu muerte salgo de él, mejor que mejor.

Con un suspiro de resignación, Nimloth se montó en el caballo. No tardaron en ponerse en marcha con las primeras luces. ¿Cómo había sido ta ingenua de creer que el asesino se ablandaría? Al fin y al cabo, eso es lo que era, un asesino.

El camino se hizo infinito para la elfa, pero al fin, en el horizonte se cortó el suelo. Habían llegado a las Fosas, una hondonada de tierra con lagos ácidos donde no se creía que hubiese nadie, que estaba por el norte de Europa.

Entreri guió a su caballo por un sendero justo para la cabida de jinete y caballo, pero no más. Así pasó primero el asesino, seguido de Nimloth y su caballo tordo.
Después de bordear un acantilado, llegaron al suelo. Todo era un cenagal, con charcas pestilentes esparcidas y yerbajos que crecían juntos. Entreri permaneció quieto allí, esperando una señal de ese tal Krituz. No debió esperar mucho antes de que una sombra apareciese entre la neblina.
Un hombre corpulento se dirigió a ellos con andar pesado. Al llegar, se paró e hizo una pomposa reverencia.

- Los visitantes que me envía Argen, supongo. Yo soy...

- Krituz, y nos vas a llevar hasta tu guarida- atajó Entreri. Krituz asintió pesadamente y comenzó a andar.

Dejaron los caballos antes de adentrarse en la ciénaga. Fueron a pie, evitando los charcos, mientras que Krituz se regocijaba transpasándolos.
Nimloth reservó una distancia prudencial de aquel cabernícola.

Al pasar los minutos, a Nimloth ya le dolían las piernas de andar, pues para andar en aquel terreno había que aplicar el doble de energía que en uno normal. El edor de la ciénaga le entraba ediendo por la nariz a la elfa, que también veía como Entreri suspiraba por el olor infernal.

Al fin, una estructura de metales reciclados apareció al fondo. Entreron por una reja vieja y Krituz los condujo por pasillos que no olían mejor que el cenagal. Al final de uno de ellos, una puerta agrietada dejó paso a una sala circular, llena de aparatos extraños que sorprendieron tanto a Entreri como a Nimloth.

Krituz puso unos grilletes a Nimloth y le acercó a una silla extraña, paralela a otra. La colocó cables en los brazos y en las piernas. Luego se quedó quieto mirando a Entreri.

- ¿A que esperas? Siéntate en la silla.

- ¿Qué?- dijo Entreri con sorna.

- Si, que te sientes en la silla. No averiguaré nada de los dos si solo se coloca la elfa.- respondió Krituz.

Entreri denegó con la cabeza. No parecía muy dispuesto a someterse a un interrogatorio.

- ¡Son órdenes de Argen!

- ¡Yo no sigo órdenes de Argen!- el cabernícola se lanzó enfurecido a por Entreri con los puños cerrados. El asesino lo esquivó con facilidad la embestida y en un mismo movimiento tenía preparada su espada y su daga. Se lanzó a la espalda de Krituz y le atravesó con ambas armas. El cabernícola cayó al suelo.- Yo no sigo órdenes de nadie...

El asesi no guardó su espada pero mantuvo su daga vampírica. Comenzó a retener el alma de Krituz.

- ¡¡No!!

- Dime por qué Argen quiere interrogarme a mi tambien y no me lo dijo en persona.- ordenó Entreri.- No volveré a preguntar- aseguró absorviéndole el alma.

- ¡Vale, vale!- suplicó el cabernícola.- Argen quiere absorveros los conocimientos de los dos, no solo de la elfa. Necesita a los dos para saber...como entrar...Necesita a los dos vivos...

Las palabras del cabernícola se vieron interrumpidas por una súbita sacudida. Luces azuladas inundaron la sala. Nimloth al instante supo que era un portal e intentó desacerse de las ataduras, sin resultados.
Entreri con velocidad desató a la elfa y tiró de un brazo para que avanzase. Ambos entraron por el portal, que sabían muy bien a donde iba.

***
Aurissë acababa de alquilar un caballo de un picadero cercano. Galopaba por el pueblo con toda la gente mirándola. Sin embargo eso no la debía detener, ahora sabía lo que debía hacer.
Volvieron a la Tierra cuando Nimloth iba a morir, entonces, para abrir un portal hacia allí...por lógica debía herirse mortalmente, aunque la verdad...no era fácil.
Galopó hasta la carretera principal, y allí desmontó.
Pasaban coches a gran velocidad.
Aurissë reunió valor y cuando pasó un camión se lanzó contra él.
Sintió un dolor terrible como nunca lo había sentido. Sintió como se le destrozaba el cuerpo y su ultimo pensamiento fue el de no haber creado un accidente imporatante para el pobre camionero, pero ella no tenía tiempo que perder.

El canto de los pájaros y aves del alba despertó a Aurissë en el mullido manto de hierva donde estaba. Esperaba no haber muerto y haber ido a los Reinos.
Reconoció el sonido de caballos a lo lejos y risas.
Se levantó y corrió hacia donde le marcaban las risas. Pronto se encontró en un bosquecillo donde unos jinetes hacían carreras en sus caballos.
Uno de ellos se paró en seco al verla.

- ¿Aurissë?- preguntó inquisitivo. Era Broom Talja, el jinete que una vez las guió a ella y Nimloth hasta Alustriel.

- ¡Broom!- saludó Aurissë. Ambos se saludaron con alegría.

- ¿Qué haces por aquí? Alustriel me informó de que salisteis de Faerûn.- Aurissë iba a comenzar a explicar, pero decidió que era demasiado largo.

- Es largo de contar, ¿me llevas hasta Alustriel?- Broom asintió y ayudó a Aurissë a montar en su caballo.

- ¡Luego vuelvo!- dijo Broom a los jinetes.

Broom espoleó los flancos del animal y en poco tiempo divisaron Luna Plateada. Llegaron a casa de Alustriel sin ser detenidos y ella misma los recibió.

- Bienvenida de nuevo Aurissë Falfyawë. Entra- dijo la dama de Luna Plateada.

Aurissë la siguió y se despidió con un guiño de Broom. Fueron a la misma sala donde una vez las recibió. Alustriel la ofreció bebida y asiento.

- Quisiera saber, dama Alustriel, si Nimloth se encuentra en este mundo- dijo yendo al grano Aurissë. Alustriel se quedó pensativa.

- Tengo una manera de saberlo.- la dama se fue a un rincón y sacó de allí un libro de preciosa cubierta.- No tardaré.- Estubo un rato examinando el libro y dijo un par de conjuros.-No, aquí no esta. Pero he abierto un portal para que esté donde esté venga hacia aquí....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta que escribas sobre mi ^^ aun q lo del camion no me ha gustado mucho (broma) xDDDD, bueno, me has dejado cn la intriga, a ver cuando continuas ehh?

Anónimo dijo...

xD si, que racha llevas!
Exelente, cada vez me gusta más... y, que crees?! No he podido soñar aun como tú u.u xDDD.
Bueno luego será xD.

Un saludo, luego nos hablamos.